Emily Hassell
La Hora Enero 17,2017
"Uniendo la voz de un afecto colectivo historico
un breve resumen de la Casa Bizarra"
Durante
años, y recientemente otra vez, he conversado al respecto de La Casa Bizarra
con ambos, mujeres y hombres, inquilinas e inquilinos de la misma. También he
hablado con personas que llegaban seguido a la casa, que participaban o
apoyaban las actividades, y con personas que, por cualquier razón, se
encuentran hoy interesadas en todo aquello. Compartamos ahora una pequeña
historia, dentro de un movimiento liminal y contemporáneo, desde aquella época
hasta la fecha.
Al contemplar las cosas durante tantos
años, lo que para mí siempre sobresalta en las conversaciones es que aquel
enlace, aquel vínculo que hicimos hace 20 años, sigue siendo el mismo. Un
enlace de cariño mutuo. Un conjunto tolerante a las características personales
y a sus consecuencias. Un acuerdo que contaba -y cuenta- con la experiencia
personal, lo propio de cada quien.
Con
un interés compartido de trabajar dentro de la evolución de cultura, de los
procesos socio-artísticos. De ampliar a diario las conexiones
interpersonales, crear arte accesible al nivel local e
internacional. Y hacerlo entre todos, sin exclusividad, era una base
fundamental. Junto con los acuerdos de paz, aprendimos a crear y reinsertar formas
de arte que fueran “bienvenidas” por la sociedad. Pacíficas, verdaderas,
coherentes según cada etapa del proceso. Fue -y sigue siendo- la propuesta de
compartir una expresión humana universal y a la vez individual.
Entre
todos creíamos y compartíamos sueños, muchos de los cuales son ahora sueños
cumplidos, soluciones culturales sostenibles para la sociedad y para el futuro.
Entre todos aprendimos a dejar los prejuicios cotidianos, en base al principio
de conocernos… Quizás por eso seguimos siendo entre nosotros, una influencia
compartida. Un solo corazón -medio extraño por momentos- latiendo fuertemente. Entre
todos aprendimos lo que es ser medios extranjeros dentro de nuestras
sociedades. Entre todos somos una caja de sorpresas, de vidas inseparables e
inter conectadas, para siempre.
"El inicio de arte urbano en la ciudad de Guatemala después de la firma de la paz"
Publicado el 29 Ene, 2009 - 16:08:35 - Ultima actualización: 29 Ene, 2009 - 16:05:13
Jose Osorio
Artista visual y gestor cultural. Este colectivo se ha dedicado a llevar el arte y la creatividad a los jóvenes en riesgo social y a comunidades vulnerables.
¿Fue la Casa Bizarra un antecedente del llamado arte urbano?La Casa Bizarra merece ser abordada con más profundidad. Se forma en diciembre de 1996, pero sin tener un horizonte. Nos vinimos a la zona 1, en ese momento el centro era como que el underground. Nos metimos a una casa y ahí se fue haciendo un laboratorio. Poco a poco toda la gente que se había conocido en el Café Oro empezó a integrarse a la Casa , algunos asumiendo el compromiso de habitarla y otros simplemente llegando. Cuando nos quedamos sin plata y no pudimos, salimos al arte urbano.
El Festival de Arte Urbano pretendía mantener el espíritu de la Casa Bizarra , lo que teníamos bajo un techo y funcionó como un ejercicio experimental. Fue necesario para romper paradigmas, superar el lastre, para nosotros que participamos de la sumisión, en una sociedad que te etiqueta constantemente. Allí no hubo ningún modelo, claro que indiscutiblemente caímos en errores históricos y en lenguajes y discursos ya establecidos. Entonces el inicio del Arte Urbano fue abrir la caja a nivel imaginario. Los Bizarros cambiaron el nombre a Arte Urbano.
¿Es una coincidencia que tras la disolución de la Casa Bizarra llegue el primer Festival del Centro Histórico?
Sí. En mayo del 98 dejamos de tener el espacio y nos vinculamos con el festival. Pero era necesario que no nos convirtiéramos en un nuevo modelo del Centro Cultural llenando la cuota.No era ese el sentido, sino perder el juicio. Cuando nos salimos del Arte Urbano, después del Festival del Centro Histórico, empezamos a hacer conciertos de rock masivos, gratuitos, en el Parque Central. Octubre Azul cobra vida desde esa periferia.
¿Cómo llegó Octubre Azul?
El planteamiento de este Festival era brindarle un tributo a la Revolución del 44: celebrar la revolución con revolución. Fue un discurso impreso en la prensa, grande, con los aportes de todos los que participamos en el Arte Urbano. El parámetro fue hacerlo sólo bajo el estatuto de la Constitución Nacional , por el derecho de manifestarnos, sin ni siquiera darle categoría de arte, no había esa pretensión. Nos sentíamos una guerrilla cultural y eso nos daba energía.
Octubre Azul permitió una convocatoria tan diversa, que recibimos la propuesta de Julia y Victoria Escobar y los compañeros de acá, para crear lo que después tomó el nombre de Caja Lúdica. Ellas venían de otro proceso en Colombia, en Medellín, en los barrios marginales.
Entonces, hicimos un taller con 200 chavos de las zonas urbano-marginales, que venían de un proyecto pro-joven. La inauguración de Octubre Azul fue la primera comparsa, el primer pasa calle, después de quince días de hacer talleres con estos chicos, de ahí viene la primera generación.
¿Entre los objetivos estaba encauzarse hacia la comunidad?
Sí, la experiencia que traían los colombianos en un contexto urbano, en Guatemala, rápidamente, exigió llegar al contexto rural. Empezamos con un pequeño grupo que venía de Villanueva, Kennedy, la zona 19, aplicando ya un método formativo que no pretende hacer artistas, pretende hacer pensadores libres, que tengan la capacidad de tener en su comunidad una propuesta, hacer un festival, una lectura de poesía, una toma del espacio público, y que la comunidad mis
ma desestigmatice a estos jóvenes. Lo que logra hacer el arte es crear un espacio para volver a hilarnos a través de un proceso donde se va recuperando el tejido social.
Caja Lúdica como proyecto colectivo me permite conocer a Guatemala, en su profunda alma, en todos sus contextos, lo que no hubiera vivido si me hubiera quedado en un espacio, te lo digo desde la experiencia personal, subjetiva. Nos hemos encontrados con jóvenes que viven al el filo de la muerte constantemente, con esa realidad de comunidades que viven el lastre del conflicto armado, donde fueron asesinados padres, abuelos. En Rabinal fue muy crudo el conflicto armado y allí llegamos con una propuesta de formación de sensibilización artística, sin ningún discurso atrás.